A tres años y medio de los hechos, la Coordinadora Nacional de DD.HH. ha rescatado las impactantes vistas que reproducimos y que muestran la ignominiosa agresión a que fueron sometidos 29 comuneros dentro del predio de Minera Majaz.
Aquel 3 de agosto del 2005, tras salir de un infierno de tres días, ninguna autoridad judicial ni policial de Piura atendió sus súplicas de justicia. Igual, a lo largo de estos tres años y medio, casi nadie prestó oídos al relato impotente de este núcleo de 29 comuneros de Ayabaca y Huancabamba –27 varones y dos damas–. La empresa nunca tocó el tema e inexplicablemente el fiscal Félix Toledo Leiva se hizo de la vista gorda. Hasta que las fotos hablaron.
Estos documentos fotográficos –cuya fuente se reserva– prueban en forma objetiva los resultados del ataque combinado por tierra y aire del que fueron víctimas los comuneros. Ponen al descubierto los métodos lesivos a la persona humana que se emplearon y registran la agonía y muerte cruel del comunero Melanio García.
El fiscal Félix Toledo Leiva, que constató la infamia cometida en el campamento de Majaz, lejos de promover la acción penal contra los responsables denunció a las víctimas por ejercer el derecho a las marchas de protesta.
La aparición de este material gráfico constata que los comuneros no inventaron ni exageraron hechos. Ya no se dudará que todos fueron obligados a caminar descalzos y encostalados por sendas escarpadas rumbo a un ambiente del campamento minero.
Allí, efectivos de la policía y personal de seguridad (Forza) de Minera Majaz los mantuvieron enmarrocados, encostalados y atados por la espalda. Cada cierto tiempo eran rociados con una sustancia tóxica que les impedía respirar.
La mayoría fue despojada de sus ropas, algunos hombres quedaron en calzoncillos, y las mujeres en sostén, lo que incrementó el temor a la vulnerabilidad de estas.
Constantemente les decían que iban a ser encarcelados en el penal de Río Seco por ser terroristas y narcotraficantes, y jamás volverían a sus casas. No contentos con esto, los victimarios se aseguraban que sus víctimas no durmieran. Mario Tabra Guerrero, entonces presidente del Frente de Defensa del Medio Ambiente, relató que cuando le ganaba el sueño un policía lo pateaba para que se mantuviera derecho.
A algún agente se le ocurrió colocar sobre la espalda de Leónidas Cruz Granda un saco de arena de aproximadamente 50 kilos, cuando estaba boca abajo sobre un piso mojado. La falta de aire le hizo pensar que allí moriría. El golpe certero con la culata de un arma le abrió la parte superior de la ceja y el cuero cabelludo.
Los opresores también descargaron su furia contra Senesio Jiménez Peña. La cabeza del que fuera presidente de la comunidad de Yanta fue impactada varias veces en el piso. Jiménez Peña estaba en el suelo boca abajo y con las manos atadas hacia atrás.
El miedo se apoderó de la mayoría. Se escuchó un desesperado “Ayúdame, Dios”. Y un policía en tono burlón espetó que no había ningún Dios, salvo la policía.
La agresión no cesó en los tres días. Manuel Mesones fue golpeado, “eres un animal y no sientes nada”, le repetían. El sufrimiento fue mayor cuando fueron obligados a escuchar el castigo de sus compañeros. Ricardo Cruz no puede olvidar los gritos de dolor y un suplicante: “Por favor, no me peguen más”.
La muerte de Melanio García el 2 de agosto del 2005 guarda un misterio. Sin embargo, fotografías que forman parte del material gráfico que hemos recibido podrían esclarecer la verdadera circunstancia de su deceso. Mañana entregaremos este importante testimonio.
La cifra
300 A esta cantidad se eleva el número de líderes ambientalistas de Piura y Cajamarca que están procesados por delitos de terrorismo en quince modalidades. Entre ellas, motín, apología, asociación ilícita, usurpación y daños. (Elízabeth Prado)