Cierran mina tras muerte de activista
El gobierno chiapaneco cerró las instalaciones de Black Fire. El viernes pasado se arrestó a los presuntos asesinos, trabajadores de la empresa
Óscar Gutiérrez / Corresponsal
El Universal
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas Martes 08 de diciembre de 2009
15:03
En medio de protestas sociales y a once días del asesinato del líder comunitario Mariano Abarca Roblero, el gobierno chiapaneco clausuró el consorcio minero de origen canadiense, Black Fire Exploration México, en el municipio de Chicomuselo, por considerar que contaminaba la zona e incumplía las normas ambientales.
“El motivo de la clausura de dicha empresa deriva por la apertura de nuevos caminos sin contar con la autorización en materia de impacto ambiental, emisiones a la atmósfera por partículas suspendidas”, argumentó la secretaría estatal de Medio Ambiente y Vivienda (Semavi).
Abundó la dependencia que la extractora de barita, incurría en la desviación de cauces y escurrimientos naturales , además de cambio de uso de suelo en una superficie importante.
Personal de Semavi acudió a las instalaciones de la mina, donde realizó la clausura legal, mediante la colocación de sellos en los accesos, la maquinaria y equipos.
El pasado viernes, la Procuraduría General de Justicia del Estado arrestó a los presuntos homicidas del dirigente comunitario e integrante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema), Mariano Abarca Roblero, quien fue asesinado a balazos, en la cabecera municipal de Chicomuselo. En el atentado fue lesionado su acompañante, Orlando Velázquez Rodríguez.
La Procuraduría informó que por los hechos fueron detenidos, los presuntos homicidas Caralampio López Vázquez y Jorge Carlos Sepúlveda Calvo, empleado de Black Fire Exploration México, además de Ricardo Antonio Coutiño Velasco.
Sepúlveda Calvo es acusado de la autoría material del crimen.
Mariano fue uno de los principales líderes en la lucha contra el consorcio minero, asentado en la comunidad Grecia.
Organizaciones sociales, como Rema, así como grupos indígenas y defensores de derechos humanos, mantienen su exigencia del retiro definitivo de la mina y el cierre de proyectos de extracción.
Argumentan que la extracción mineral contamina el ambiente, las tierras de cultivo y provocan la desintegración y los conflictos de las comunidades.
Aseguran que las mineras no respetan derechos humanos de lugareños, a quienes ni siquiera consultan; se otorgan permisos sin los estudios adecuados de impacto ambiental y destruyen recursos naturales.