[ENTREVISTA EXPRÉS]
QUIÉN:
Estudiante de doctorado en sociología en la Universidad de Ottawa, ayudante de cátedra, miembro del Colectivo de Investigación sobre Migración y Racismo (COMIR) y de la Coalición Haitiana en Canadá contra la Dictadura en Haití, Walner Osna es un experto en temas de Haití, su país de origen.
EL CONTEXTO:
Bajo la perfusión económica internacional, el Estado caribeño atraviesa una crisis institucional, económica y social de proporciones críticas. Apoyado por las grandes potencias, el presidente Jovenel se aferra al poder, pero ha perdido la confianza de l@s haitian@s, que están abandonados a su suerte y a la ley de las bandas.
EL DESAFÍO:
La emergencia es la vuelta a la calma y la seguridad para todos los ciudadanos. Se trata de un paso esencial para reiniciar la economía y el funcionamiento democrático. ¿Será necesario derrocar al gobierno? Sí, según este experto y activista de los derechos humanos.
«¿Dónde se origina la crisis en Haití?
Es una situación compleja y estructural. Es el resultado de una dominación estadounidense que se remonta al siglo XX con la ocupación del país de 1915 a 1934. Después de 1986, a pesar de los avances políticos y sociales conseguidos, nunca se estableció un régimen que recogiera las demandas populares y los ideales de la revolución haitiana. En cambio, el país siguió un modelo neoliberal que empeoró la situación socioeconómica. Esta dominación por parte de Estados Unidos continúa hasta hoy, por razones geopolíticas y económicas, ya que el país es codiciado por sus recursos naturales.
¿Cuáles son las condiciones de vida actuales en Haití?
La situación se ha deteriorado muy rápidamente en los últimos cuatro años. Más de cuatro millones de personas tienen dificultades para acceder a los alimentos, el agua y la vivienda social. Nos encontramos en un contexto de corrupción generalizada, de criminalización y de inseguridad planificada que tiene un impacto considerable en la vida del pueblo haitiano. La gente tiene miedo. No se abordan cuestiones prioritarias como la pobreza, la seguridad y las infraestructuras. Las bandas armadas ilegales secuestran sin intervención policial.
¿Por qué el actual gobierno no consigue dar un giro al país?
El régimen establecido está dispuesto a hacer cualquier cosa para garantizar los intereses de Estados Unidos y del Grupo Central (compuesto por los embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Francia…). Son ellos los que siempre consiguen poner en el poder un régimen que sirve ciegamente a sus intereses. Así tenemos el régimen de Martelly (presidente de 2011 a 2016). Los informes del Senado y del Tribunal Supremo mostraron posteriormente cómo había sido uno de los regímenes más corruptos de la historia de Haití, incluyendo el vasto saqueo de los fondos de Petrocaribe.
¿Qué pasó con los 3.800 millones de dólares generados por Petrocaribe, esa alianza entre los países del Caribe y Venezuela? ¿No estaba destinado a financiar programas sociales?
El dinero ha sido desviado. Pero Petrocaribe no es simplemente un acto de saqueo y corrupción del poder. También es el resultado de la complicidad internacional para derrotar la aplicación de este acuerdo, porque cualquier cooperación o solidaridad entre los países latinoamericanos pondría en tela de juicio la relación de Haití con Estados Unidos, Francia, Canadá y organizaciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), que no aportan ningún beneficio positivo a las clases trabajadoras. En este sentido, el fracaso de Petrocaribe es una forma de recolonización.
¿Cuál es la estrategia del régimen en vigor? ¿Existe el riesgo de una deriva autoritaria?
El reto del presidente es perpetuar un sistema de impunidad e injusticia cambiando la constitución por referéndum. Un artículo establece que el presidente no puede ser procesado, ni siquiera después de su mandato, por actos cometidos en el ejercicio de sus funciones. Esto le permitiría escapar de la justicia por las masacres que ha perpetrado. Desde el 7 de febrero y su permanencia en el poder a pesar de que su mandato ha expirado, ha tomado claramente el camino de un establecimiento dictatorial.
¿Cómo podemos salir de este atolladero geopolítico y dar esperanza a l@s haitian@s?
Corresponde al pueblo haitiano tomar las riendas de su país, con un amplio consenso. Sólo un gobierno de transición de ruptura podrá crear las condiciones para el retorno a la justicia social, a un clima de paz y confianza. Es necesario repensar las políticas económicas que han generado la miseria y el despojo de l@s campesin@s en beneficio de los megaproyectos. También es necesario recuperar la soberanía sobre los recursos, la energía, los alimentos, pero también las aduanas para reducir la importación de armas. El sistema judicial debe ser autónomo para que los culpables de las masacres sean juzgados según la ley. Los ciudadanos lo han entendido y cada vez más advierten a los políticos.
¿Hay señales positivas de ese cambio?
Sí, hay buenas señales. El pueblo se ha levantado contra la idea de un referéndum constitucional y Europa ha mostrado algunas reservas sobre este proyecto. Sigo siendo optimista de que la movilización popular derrotará a este régimen. Esta movilización debe continuar en Haití, pero también aquí en Canadá, para crear una opinión crítica en la sociedad canadiense, porque son los impuestos de los ciudadanos canadienses los que financian, por ejemplo, la policía haitiana, que actualmente se está convirtiendo en una milicia gubernamental. Canadá no puede pretender ser un país democrático y al mismo tiempo apoyar un régimen dictatorial. «