Publicado por Amigzaday López Beltrán, Desinformémonos, el 4 de marzo del 2024
En abril de 2023, Julia Martínez estaba bañando a sus dos hijos cuando abrió la llave, pero no salió ninguna gota. Hizo lo mejor que pudo para quitarles el jabón y luego para enjuagarlos usó el agua de un garrafón de 20 litros que costaba poco más de dos dólares.
Poco después, Martínez descubrió que su barrio en Xalapa, capital del estado de Veracruz, en el centro-este de México, recibía agua corriente sólo dos veces por semana como resultado de los “tandeos”, un programa del gobierno local que rota la distribución de agua entre diferentes áreas de la ciudad durante toda la semana.
La falta de agua fue particularmente grave entre abril y octubre de 2023, principalmente en las afueras de Xalapa. México se enfrenta a la escasez de agua en 30 de sus 32 estados, lo que obliga a las personas residentes a comprar y reciclar agua y a protestar contra las autoridades.
Como muchos otras personas que enfrentan la escasez de agua en México, la familia de Martínez ha decidido no bañarse diario, tirar de la cadena del inodoro sólo si es necesario, reciclar el agua cuando lavan o limpian y comprar agua cuando se les acaba.
Para 2050, entre el 40 % y el 80 % de la población de México vivirá con un estrés hídrico elevado, según el Instituto de Recursos Mundiales. Al país se le está acabando el tiempo para revertir una crisis hídrica que en los próximos años no hará más que empeorar, afirma José Antonio Ordóñez Díaz, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experto en cambio climático. Dice que esta crisis hídrica ha sido olvidada durante más de 50 años, lo que ha provocado una disminución del 70 % del agua per cápita a nivel nacional.
A finales de julio de 2023, casi la mitad de México presentaba sequías de moderadas a graves, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Algunas personas han estado culpando al cambio climático y al calor extremo por la crisis hídrica actual del país. Ordóñez Díaz también culpa a la corrupción, que ha permitido que muchas empresas paguen lo que quieran por el uso ilimitado del agua sin tener en cuenta a la población. “El agua potable disponible no es mucha, pero políticamente siempre se divide per cápita, y no se menciona el uso que las empresas hacen de ella; por ejemplo, cuando las empresas venden cerveza o refrescos, exportan agua”, explica.
Ordóñez Díaz atribuye el empeoramiento en la disponibilidad de agua a la negligencia del gobierno a la hora de hacer cumplir leyes como las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) —reglamentos técnicos para garantizar la conservación, la seguridad y la calidad del uso del agua—, así como a la falta de voluntad de la ciudadanía para reconocer el riesgo medioambiental de la escasez de agua.
Desde hace casi tres décadas, Ordóñez Díaz alerta sobre el cambio climático, la falta de agua y la corrupción. “Las empresas funcionan bien donde existe una legislación adecuada sobre los recursos naturales, pero donde la corrupción sea rampante, ninguna empresa se comportará bien, y existe la posibilidad de robo”.
La lucha por el agua en Xalapa
El abastecimiento de agua de Xalapa proviene de diferentes cuencas hidrográficas: la del río Huitzilapan (58 %) en Puebla, la del río Pixquiac, en Perote (38.2 %) y de siete manantiales (el 4 % restante), ubicados en el ejido El Castillo, al este del municipio. Sin embargo, todas ellas han perdido volumen de agua entre 2018 y 2020, según la Comisión Municipal de Agua Potable y Saneamiento (CMAS) de Xalapa. La comisión no ha respondido a la solicitud de información de Mongabay.
De acuerdo con Eduardo Aranda Delgado, biólogo de la organización no gubernamental Amigos del Pixquiac, la escasez de agua en Xalapa se debe principalmente a la pérdida de plantaciones de café y de 30 000 hectáreas de bosque mesófilo de montaña, un ecosistema con alta concentración de niebla que tiene una función esencial en el ciclo del agua. Los desmontes comenzaron en 1992 para dar paso a la urbanización de la región. La combinación del cambio climático con la sobrepoblación, la recolección insuficiente de agua de lluvia y la contaminación de las masas de agua ha llevado a crisis hídricas más prolongadas en los últimos años, lo que enoja a las comunidades locales, le cuenta Aranda Delgado a Mongabay.
“Los niveles de agua del río Pixquiac han disminuido en los últimos 18 años, que ha llegado a secarse, como ocurrió en 2011 y 2012, debido al desvío de presas que la CMAS construyó para almacenar agua y distribuirla entre los barrios de Xalapa”, dice Aranda Delgado.
En 2023, privada de agua durante unos siete meses, la gente de Xalapa comenzó a protestar. En el barrio de Ciénaga, sus habitantes han padecido la falta de agua por hasta dos semanas, y la única forma de obtener una respuesta de las autoridades ha sido mediante manifestaciones.
“Debemos protestar para exigir agua a la CMAS, pero incluso cuando envían camiones cisterna, muchas veces no alcanza para todo el barrio. No somos los únicos que hemos protestado”, dice Armida Ramírez, trabajadora sanitaria y vecina local de Ciénaga.
En junio, residentes del municipio de Banderilla bloquearon la carretera federal. Cuando llegó el alcalde, David San Gabriel Bonilla, les explicó que la desecación del río Sedeño era la causa de la escasez de agua y les aseguró que las autoridades estaban buscando soluciones. Sin embargo, unos días después, el alcalde demandó a algunos manifestantes por arrojarle huevos.
Yajaira Martínez, residente de Temaxcalapa, un barrio de Banderilla, afirmó que hace tres años podían beber agua de los manantiales, pero que durante una asamblea municipal local, donde el alcalde explicó que una tubería de drenaje estaba contaminando el agua, les pidieron que dejaran de hacerlo.
Según Ramírez, en algunos pueblitos de Veracruz, hay personas que van a los pozos, llenan la cisterna y venden el agua de casa en casa. “Se ven colas de camiones con cisternas para llenar y vender. Es todo un negocio, pero no todo el mundo puede pagarlo y las familias que tienen personas enfermas, niños y niñas y dengue corren riesgo. Toda esta situación puede ocasionar más enfermedades”, le dice a Mongabay.
Humedad que desaparece
Xalapa es conocida por su frío clima invernal, su niebla y su “chipichipi”, una lluvia tenue que solía aparecer dos veces al día. Sin embargo, el calentamiento del clima ha hecho que las nubes y las precipitaciones se formen entre 200 y 400 metros más arriba en la atmósfera de la altura a la que se formaban en la década de los ochenta, lo que provoca el sobrecalentamiento de la ciudad.
Guillermo Rodríguez Curiel, activista ambiental y miembro de la Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental, recuerda que hasta 1980 las temperaturas locales no superaban los 26° Celsius. En marzo de 2023, las temperaturas alcanzaban los 35.6 °C, mientras que en 1998, la temperatura récord fue de 39.5 °C, según Conagua.
Rodríguez Curiel, Ordóñez Díaz y Aranda Delgado coinciden en que la modificación de la Constitución de 1992 para permitir la privatización de los ejidos —tierras comunales utilizadas principalmente para la agricultura—, para allanar el camino a la urbanización de terrenos, ha llevado a un aumento de la población local mientras que las fuentes de agua han permanecido iguales. Aranda Delgado resalta que la deforestación causada por la construcción de infraestructura y edificios residenciales también ha aumentado. “Hay una glotonería de empresas constructoras e inmobiliarias”.
El desarrollo inmobiliario en México ha promovido la deforestación de 1.5 millones de hectáreas por año desde 1992, asegura Ordóñez Díaz. Al mismo tiempo, el país ha perdido usos y costumbres de coberturas vegetales tradicionales, como las milpas y los huertos familiares, que tienen poco impacto en los ecosistemas naturales.
“En los últimos 60 años, se han dado cambios en el clima y el abastecimiento de agua de México a causa de la deforestación de la zona montañosa, la pérdida de áreas de restauración y la urbanización, lo que ha generado un ecocidio al no respetar el equilibrio hídrico mínimo, provocado principalmente por el desarrollo inmobiliario”, explica Ordóñez Díaz.
Los efectos no deseados de gestionar la escasez de agua
“La gente tiene que almacenar agua en cualquier recipiente que encuentre, lo que favorece la proliferación del mosquito que transmite el dengue, que ha causado innumerables casos en Xalapa”, explica Ramírez.
Los problemas sanitarios se ven agravados por los económicos. Los meses de escasez de agua han obligado a la gente a comprar agua potable y los precios a veces se duplican en las tiendas de las afueras de la ciudad. Esther Esparza, residente de Campo de Tiro, un barrio en las afueras de Xalapa, dice que en 2023 sólo tuvieron agua uno de ocho días.
“Estábamos acostumbrados a tener tandeos en verano, pero ahora parece que el problema es permanente. A veces, el municipio no nos informa que no tendremos agua. Terminamos comprándola en las tiendas. Ahora nos bañamos como gatos”, dice sonriendo.
La escasez de agua de Xalapa también se ha convertido en una situación habitual en otras partes de México. De acuerdo con cifras incluidas en el estudio Perspectivas del Agua en México, en 2022 solamente 78 millones de los más de 120 millones de habitantes de México tenían acceso diario al agua en casa; 6 millones de personas no tenían acceso a agua potable y 11 millones no tenían acceso a servicios sanitarios. El mismo informe señala que el 71 % del territorio nacional presenta estrés hídrico alto o muy alto.
Ordóñez Díaz advierte que es probable que la escasez de agua en las ciudades mexicanas aumente, lo que perjudicará al ganado, los cultivos, la energía y los alimentos. “Existe un equilibrio negativo respecto del agua que utilizamos y recibimos, lo que pone en peligro el desarrollo de los ecosistemas de vida y de cualquier industria que utilice poca agua”, le dice a Mongabay. Rodríguez Curiel afirma que la falta de agua sólo conducirá a protestas más violentas y frecuentes.
Ordóñez Díaz insiste en la importancia de pagar a las comunidades que ya brindan servicios medioambientales, como la captación y almacenamiento de agua, y de trabajar con ellas.
“Necesitamos comenzar a nivel local para aumentar la acción y el control, pero la corrupción y los conflictos de intereses con los urbanizadores o las empresas de cerveza o refrescos hacen que esto sea muy difícil. Ni el dinero ni la tecnología son vitales, sino una comprensión respetuosa de cómo desarrollarnos para cocrear, sin dañar más la naturaleza, porque al hacerlo nos estamos dañando a nosotros mismos”, afirma.