El 5 de febrero, GeoComunes, la Red Mexicana de Afectadas/os por la Minería (REMA) y Mining Watch Canadá presentaron su informe sobre la minería del litio y su llegada a México. Para leer el informe completo, sólo en español, haga clic aquí.
La “transición energética” promovida por el capitalismo es evidencia de “una nueva retórica que pondera el discurso“ que, en sí mismo, no representa un cambio de rumbo significativo de lo que actualmente ya define para el mundo su relación inseparable con el modelo extractivo minero. El ejemplo del litio en México es un caso ilustrativo.
A pesar de las declaraciones sobre la escasez de litio a nivel mundial y su esencial importancia para la llamada “transición energética”, la producción mundial de litio bajó casi un 20% en el 2019. El crecimiento de la demanda de litio ha sido lento y sólo ha llegado a satisfacer el 75% de la oferta. La desaceleración en la venta de los vehículos eléctricos, agudizada por la falta de subsidios chinos, y la reducción en el almacenamiento del litio (stockpiling) han disminuido la producción. Sin embargo, las principales fuentes de información para la industria, además de las instituciones financieras más importantes, siguen insistiendo en un inminente boom en la demanda del litio.
Esto está provocando una creciente especulación minera alrededor de la exploración de litio en las Américas por empresas mineras juniors. Estas empresas, así como en otros tipos de minería, posesionan tierras, generan expectativas irreales, además de conflicto, y provocan violencia y desplazamiento en nombre de tecnologías que supuestamente se califican de verdes o justas. México no es una excepción a esta regla.
En México existen actualmente 36 proyectos mineros de capital extranjero destinados a la extracción de litio que son controlados por 10 empresas. Estos proyectos representan 97 mil hectáreas concesionadas además de 537 mil más que están en trámite. El 84% de las concesiones asociadas con la extracción del litio están actualmente en trámite. Examinando de cerca la información disponible sobre dichos proyectos y empresas, se observa que en su mayoría son proyectos mineros sin actividad que están controlados principalmente por pequeñas empresas canadienses al borde de la quiebra, quienes dependen del proceso de especulación para generar recursos en las bolsas de valores de Canadá. Existen solamente tres empresas realmente activas para avanzar sus proyectos de extracción (Bacanora Lithium, Organimax y One World Lithium).
Sin embargo, y a pesar de la promoción especulativa de la producción de litio en México, existen presiones geopolíticas que nos obligan a considerar el posible futuro de México dentro del mercado de litio mundial. No hay duda de que el litio de México es de gran importancia para el futuro inmediato de los EEU, por lo tanto, no es casual que esto se ve reflejado en la imposición de ciertos términos en los nuevos acuerdos multilaterales firmados con este país, como es el caso del T-MEC. Las medidas impuestas para incrementar el consumo de productos de litio extraídos en Norteamérica, sumadas al hecho de que la producción mundial está actualmente concentrada en Australia, Sudamérica y Asia, ponen mayor presión sobre los yacimientos de este mineral en México y Canadá, y en especial por las empresas que desean suministrar litio para la industria automotriz regional.
El litio no representa un camino hacia la “transición energética”; por el contrario es la continuación del uso de nuevos insumos ante el eventual agotamiento de otros. Por esa misma razón, las mismas estructuras coloniales y de acumulación de capital que la industria minera reproduce se mantendrán.
Fuente : GeoComunes
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