En tiempos en que las corporaciones multinacionales están demandando a los gobiernos en todo el mundo reclamando su derecho a extraer recursos naturales a expensas de la tierra y su gente, la perspectiva de una victoria a veces parece borrosa.
Pero este mes, en El Salvador, las cosas cambiaron.
En un fallo reciente, que constituye un hito porque sienta un precedente mundial, el país latinoamericano prohibió la minería de metales en todo su territorio luego de la derrota en una disputa que duró siete años con una empresa canadiense-australiana en torno al proyecto El Dorado, que pretendía explotar minas de oro en la región de Cabañas, en el centro-norte de El Salvador. Finalmente fueron escuchadas las voces de las comunidades, de las organizaciones y de numerosos sectores de la población.
«Este es un paso valiente, extraordinario, y un paso enorme para revertir la degradación ambiental en este país», dijo la ministra de ambiente salvadoreña Lina Pohl.
El proyecto El Dorado representaba un enorme riesgo de contaminación del río Lempa, fuente de agua para el 77.5 % de la población salvadoreña. Esto en un país con algunas de las fuentes de agua más escasas y contaminadas de la región, y con uno de los mayores niveles de daño ambiental. Según Carolina Amaya, una ecologista feminista que trabaja en UNES, una organización financiadora y miembro activo de la Mesa Nacional Frente a la Minería Metálica (MNFMM), la prohibición cerrará 25 proyectos mineros que estaban en la fase de exploración, así como un permiso de explotación activo para la compañía transnacional Commerce Group.
La prohibición es la culminación de más de 11 años de activismo comunitario. Durante este tiempo, las mujeres rurales y urbanas han liderado la educación comunitaria, las movilizaciones, los cortes de calle y las marchas en defensa de sus territorios, sus derechos y sus comunidades. Estas acciones fueron clave para revertir las políticas previas de El Salvador en relación a la minería, donde se consideraba como una oportunidad de inversiones, luego del final de los doce años de guerra civil, en 1992.
Las mujeres se conectan atravesando los frentes de lucha ambientales
Dada la inminencia de las amenazas ecológicas y sociales que representa la minería, las mujeres han sido clave en esta lucha y en esta victoria histórica. Amaya, Antonia Recinos y Vidalina Morales son tres de las mujeres que han pasado años luchando en el frente de este movimiento, inspirándose y empoderándose entre ellas, junto a cientos de otrxs.
«Sin dudas, las mujeres hemos estado en la vanguardia en los territorios. Habría sido difícil reconocer el éxito de esta lucha sin nuestra participación activa», dice Morales, presidenta de ADES (Asociación de Desarrollo Económico Social de Santa Marta).
De hecho, en esta lucha las mujeres se han inspirado unas a otras para entrar en acción. «Guardo tremenda admiración por tantas mujeres inmersas en esta lucha», dice Recinos, haciendo hincapié en que cuando comenzó a organizarse fue inspirada por la propia Morales.
«[Morales] siempre ha estado en todas las trincheras defendiendo la vida. Yo he participado en muchos espacios a su lado, defendiendo con convicción absoluta nuestros territorios y diciendo un rotundo no a la minería».
Para Recinos, esta victoria es cualquier cosa menos abstracta. La joven, de 25 años, creció en Santa Marta, una comunidad en la primera línea del conflicto armado de la década de 1980. Desde el fin de la guerra, la comunidad ha adoptado un modelo de desarrollo basado en la organización comunitaria y con un fuerte énfasis en los métodos de la educación popular.
«La minería es una muerte irreversible», observa Recinos. «Las experiencias en otros países donde se desarrollan proyectos mineros evidencian que la mayor afectación es para los cuerpos y las vidas de las mujeres».
Amaya está de acuerdo, pero destaca que muchas veces la participación de las mujeres ha sido invisibilizada.
«La lucha contra el poder corporativo minero en El Salvador tiene el sudor y la sangre de las mujeres, algo que va más allá del aporte cuantitativo… Han sido las mujeres las que mayoritariamente se han movilizado a nivel local y nacional para ejercer presión sobre quienes tienen poder de decisión, aunque no sean los rostros visibles ni mediáticos. Aun siendo mayoría, han sido invisibilizadas por los hombres, en su mayoría los compañeros de lucha».
Pero la victoria también tuvo un precio. Tanto Recinos como Morales recuerdan los asesinatos de camaradas, como Dora Alicia Sorto, una integrante del Comité Ambiental de Cabañas que fue asesinada en 2009, embarazada de ocho meses.
«Honramos esta memoria marcada con sangre», reflexiona Morales.
Próximos pasos
Si bien la prohibición de la minería de metales en El Salvador marca una victoria extraordinaria tanto en el escenario nacional como mundial, asegurar la protección del agua para el pueblo salvadoreño requerirá una vigilancia permanente.
Para Amaya, la lista de tareas pendientes sigue siendo extensa, incluyendo asegurar el pago de 8 millones de dólares en compensaciones que debe hacer OceanaGold y que éstos sean destinados a la recuperación de los ecosistemas y a las víctimas de las corporaciones mineras que hay en la comunidad; trabajar para que se realicen consultas populares sobre la declaración de municipios sin minería; el fortalecimiento de la organización y la coordinación comunitaria en la lucha contra la minería a la luz de un posible cambio de gobierno; y luchar por la aprobación de protecciones legales tales como la ley de agua y la ratificación del Artículo 69 para apoyar legalmente la protección de los bienes naturales contra la minería.
Catherine Coumans, de MiningWatch, una organización canadiense que trabaja para apoyar a la comunidad global y los esfuerzos liderados por pueblos indígenas para determinar sus propios intereses de desarrollo, agrega a esta lista la necesidad del monitoreo permanente.
«La decisión del pueblo de El Salvador, que fue respetada por su gobierno, ahora deberá ser defendida y apoyada continuamente, porque no hay ninguna duda de que será continuamente atacada por las compañías mineras, como OceanaGold, y por el grupo de presión internacional de la minería».
Para Morales, son claros el mensaje y el camino que se debe seguir.
«Somos legítimxs dueñxs de nuestros territorios como de nuestros cuerpos. No podemos seguir viviendo sin cuidar y proteger nuestros bienes comunes. Debemos ësfuerzos organizativos en todos los niveles y trabajar en la construcción y la defensa de proyectos alternativos.»
Su mensaje, y esta victoria, da ánimos para seguir adelante a las comunidades de todo El Salvador y más allá del país.
Fuente: AWID