La detención de siete mujeres mapuches tras la represión a la comunidad Lafken Winkul Mapu puso en evidencia la coerción y violencia de género. Desde el Pueblo Mapuche reivindican el rol de las mujeres mapuches en la defensa de los territorios y reclaman que se cumplan las leyes vigentes. Renunció la ministra de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación, Elizabeth Gómez Alcorta.
Siete mujeres mapuches de la comunidad Lafken Winkul Mapu son apresadas sin conocer los cargos que se les imputan. Todas resisten en defensa del territorio ancestral de su pueblo ante el avance de empresas extranjeras que utilizan las tierras para rédito económico. El Estado interviene pero no para garantizarles derechos sino para privarlas de ellos: usa su brazo represor —250 efectivos de cuatro fuerzas federales— y en una acción concertada entre el gobierno nacional y provincial se lleva a las mujeres y a sus bebés a la cárcel. Cuatro de ellas (Luciana Jaramillo, Débora Daniela Vera, Andrea Despo Cañuqueo y Florencia Melo), son trasladadas forzosamente a la ciudad de Buenos Aires. Tres, la Machi (autoridad religiosa) Betiana Colhuan Nahuel con su bebé de cuatro meses (Nekulpangui Liwen), Celeste Guenumil y su bebé Lienkura Mañke (de solo un mes de vida) y Romina Rosas, quien cursa un embarazo de 40 semanas, permanecen en Bariloche. Sus hermanas y hermanos no son debidamente informados sobre su situación procesal. Por este hecho, en las últimas horas se conoció la renuncia de la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
¿Por qué detuvieron a las mujeres mapuche de Villa Mascardi? Meli Cabrapan Duarte, kona del Lof Newen Mapu, de la Confederación Mapuce de Neuquén e integrante del Consejo zonal Xawvn Ko, explica: “Hay mecanismos que son punitivos y de castigo pero que arremeten especialmente contra las mujeres; tenemos a una lamgen con 40 semanas de gestación internada en el hospital en una situación de total coerción, a la espera de un parto rodeada de presencia policial”.
¿Por qué se las llevó el Cuerpo de la Policía Montada (dependiente de la Policía Federal)? Es una pregunta sin respuesta. Desde el Gobierno aseguran que las razones forman parte del “secreto de sumario”. Ni siquiera su defensa judicial fue notificada en tiempo y forma sobre el encarcelamiento. “Esto vulnera nuestros derechos como pueblos originarios y como mujeres. Vulnera nuestros derechos humanos y la posibilidad de tener un proceso justo”, afirma Cabrapan Duarte. Tras numerosos intentos por hacer cumplir la Ley 25.929 de Parto Respetado se logró que una lamgen puñeltuchefe (partera) pudiera constatar su estado de salud. Sin embargo, la Policía no permite que la partera permanezca de manera continua con la mujer, cuando ella cursa un embarazo de alto riesgo y es necesario que se genere un acompañamiento espiritual y acorde a las pautas culturales del Pueblo Mapuche desde el pre parto.
En un comunicado firmado por las comunidades mapuche agregan que “no se respetaron las leyes que determinan que para realizar estos procedimientos es, como mínimo, necesario informar a la Defensa; que antes deben extinguirse todas las posibilidades de alojar a las personas en otros centros cercanos a su lugar, su defensa legal, su familia y su comunidad; que la información debe darse con suficiente tiempo de antelación (al menos 72 horas) y no solo horas antes de su traslado”. En el mismo texto expresan que “para las mujeres, niñas y niños del Pueblo Mapuche no hay perspectiva cultural, ni de género, ni derechos de la infancia. Tampoco derechos procesales y ni siquiera derechos humanos”.
“Se está visibilizando mucho más el ensañamiento hacia las mujeres”
Hay mecanismos distintos en esta represión y en estas violencias que se reproducen y actualizan en los territorios comunitarios en términos de género. Cabrapan Duarte explicita que “esto impacta en el cuerpo y en la salud de las mujeres y también de sus hijos. Los niños han quedado al cuidado de otras lamgen que están dando su apoyo en las tareas de cuidados. Esos niños están muy angustiados y preguntando por sus madres”.
Por su parte, la antropóloga e integrante de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Diana Lenton, señala que hay un ensañamiento particular con las mujeres y los niños. “Es lo que ocurrió durante el genocidio, cuando se llevaban principalmente como prisioneros a mujeres y niños. Esa experiencia está muy presente. Las más involucradas en la defensa de los territorios, no solo en lo geográfico sino también todos los seres vivos que están en ellos, son las mujeres. Eso tiene que ver con que ellas son protagonistas en la transmisión de saberes y de lo religioso, que no está escindido del territorio. Por eso los ataques a los territorios las afectan especialmente”, explica.
Sobre el rol del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Cabrapán Duarte sostuvo que “si bien hay un área de mujeres indígenas dentro de esa cartera, ha tenido impactos reducidos a la hora de tener acciones concretas en defensa de las mujeres”. La kona mapuche se pregunta: “¿Para qué queremos un Ministerio que haga producciones audiovisuales sobre violencia contra las mujeres indígenas si después cuando está ocurriendo una marcada violencia de género y racista ese Ministerio no está?”. Al mismo tiempo, agrega que “es comprensible la dificultad, porque en verdad ninguna instancia estatal está respondiendo. Comprendemos que es una realidad compleja pero también exigimos que asuman las responsabilidades. Porque también como ciudadanas y ciudadanos argentinos que somos, integrantes del Pueblo Mapuche, exigimos respuestas”.
La integrante de la Confederación Mapuche de Neuquén sostiene que “en contraste con la represión que asesinó a Rafael Nahuel podemos decir que en este caso los mecanismos son otros y que se está visibilizando mucho más el ensañamiento hacia las mujeres, que en este caso son las detenidas”.
Los sucesos ocurridos este miércoles en Río Negro requieren ser leídos con perspectiva de género. La violencia racista que, desde su conformación, el Estado ejerció sobre las comunidades indígenas siempre tuvo un componente de especial violencia patriarcal. La colonialidad encontró también sustento en la violencia sexual sobre los cuerpos de las mujeres y en el sometimiento a la servidumbre de ellas y sus hijos. Sobre la llamada Campaña del Desierto —por ejemplo— Nicolás Avellaneda argumentaba: “Hasta nuestro propio decoro, como pueblo viril, nos obliga a someter cuanto antes, por la razón o por la fuerza, a un puñado de salvajes que destruyen nuestra principal riqueza y nos impiden ocupar definitivamente, en nombre de la ley del progreso y de nuestra propia seguridad, los territorios más ricos y fértiles de la República”.
Cabrapán Duarte asegura que “esto vuelve a actualizar un dolor histórico, dolores que cargan nuestros mayores y que hoy nos hacen vivirlo en cuerpo propio. Los pueblos tenemos expresiones diversas pero esto nos reúne”.
“Defender el territorio implica tarea de cuidados que realizan las mujeres”
Estamos en las vísperas de un nuevo Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans y pensar la plurinacionalidad en nuestros territorios implica avanzar hacia la deconstrucción de la mirada colonial que nos hace ver a los pueblos originarios como un todo homogéneo —en los términos de la investigadora maya Aura Cumes— y reconocer los roles que cada mujer en cada comunidad originaria tiene, y cómo esos roles están mediados por la violencia estructural que hace 500 años somete a las poblaciones indígenas. Requiere también subrayar esas luchas por la preservación de la cultura, la espiritualidad y el territorio como la resistencia a los nuevos colonialismos, que en estos tiempos vienen a fumigarnos con agrotóxicos, a arrasar con ríos y a matar poblaciones y biodiversidad para extraer minerales. De las mujeres que luchan por los territorios se aprende la vinculación entre la tierra, la espiritualidad y el cuerpo como espacios a defender ante el avance de las lógicas que ven en esos paisajes una fuente de enriquecimiento.
En este contexto el rol de las mujeres en la resistencia es fundamental. “Hoy se escuchaba en los medios que seguían buscando a los líderes de la ocupación, suponiendo que se trata de varones, cuando en verdad son los procesos de resguardo territorial son comunitarios y colectivos. Las mujeres están en esos procesos, sobre todo en la búsqueda de los espacios de vida que fueron despojados. Defender el territorio implica tarea de cuidados que los ocupan las mujeres, si bien se reparten, son las mujeres las fundamentales en el sostén y la reproducción de la vida”, dice Cabrapan Duarte. Para ella, esa es la vitalidad es la que está siendo atacada. Al respecto, señala que “en la construcción y la recuperación de los saberes mapuches, de la lengua, de las expresiones artísticas y de la identidad del buen vivir tienen un rol importante para las mujeres. La concepción espiritual del Pueblo Mapuche incluye a fuerzas de la naturaleza. Estos desalojos atentan contra nuestros espacios ceremoniales y las fuerzas que hacen a nuestra vitalidad: de las plantas, del agua, del aire. Y en esos roles de preservación estuvimos las mujeres”.
Las tierras de Mascardi son codiciadas por la especulación inmobiliaria que imagina, tal como el agronegocio, un paisaje sin gente y territorios sin historia. Diría Rita Segato: “comunidades sin ombligo, obligadas a dejar el lugar en el que ancestralmente desplegaron sus vidas en los que fueron construyendo su visión del mundo.” No es casual que las mujeres mapuches hayan sido las apresadas en el desalojo.
Meli Cabrapan destaca: “Sabemos que tenemos derechos a organizarnos, a recuperar nuestra identidad y a recuperar el territorio del que fuimos despojados. Esto nos muestra un camino de lo posible, que tiene que ver con los canales de diálogo que el Pueblo Mapuche supo construir. Desde ahí seguir proyectándonos, defendiendo las vidas de nuestros lamiens, de los territorios, de las infancias y de las mujeres”.
Artículo publicado el 7 de octubre de 2022 en Tierra Viva (Mariángeles Guerrero). Cobertura colaborativa de Tierra Viva y Revista Cítrica