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Lolita regresa, y no regresa sola

Escrito por Santiago Bastos Amigo, Prensa comunitaria, el 23 de junio de 2024

 

Aura Lolita Chávez Ixcaquic tuvo que salir de Guatemala en 2017 por las amenazas a su vida y la persecución penal que sufría. Ahora, después de siete años, Lolita inicia su regreso a Santa Cruz de Quiché; y lo hace acompañada de quienes se convirtieron en sus hermanas en este largo exilio, en un periplo en que buscan que su retorno sea un acto comunitario.

El recorrido de Lolita Chávez y las mujeres que la acompañan empezó el viernes 21, día del solsticio de verano, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, pues en esta ciudad ella pasó varias veces en el “recorrer mundo” que se convirtió su exilio. Alguna de la mucha gente que conoció se desvivió porque este inicio del retorno fuera un ritual de amor y esperanza, de lucha y sororidad compartida. Y lo logaron.

Las actividades empezaron esa tarde en las instalaciones del Centro de Innovación e Investigación de Desarrollo Educativo y Capacitación e Integración Social (CIDECI), espacio autónomo de larga tradición en esta ciudad, donde Lolita nos recibió –sí, ella a nosotros- con una ceremonia maya que condujo con el apoyo de otras tres mujeres guías espirituales: dos oaxaqueñas, un norteña y una kurda. Alrededor del fuego, cada asistente fue depositando símbolos, banderas, fotografías y ofrendas que Lolita supo ir llenando de sentido en su quehacer.

La invocación a cada uno de los 20 nawales fue utilizado para ir desgranando historias, luchas, y complicidades, para ir dotando de sentido y de vida a las banderas maya, vasca, kurda, mapuche, del Tahuantinsuyu, del movimiento italiano NoTAV, del EZLN y de la diversidad sexual, que rodeaban el fuego; para recordar a la líder lenca Berta Cáceres, al activista náhuatl Samir Flores, Nora, al luchador K’iche’ Aníbal Cuadra, la niña paraguaya Lichita, las madres argentinas Norita Cortiñas y Pato Delpino, a los presos tzeltales de Cancuc y José Díaz Gómez, Chol.  Todas ellas y ellos formaron parte de la comunidad que se creó alrededor de ese fuego en que Lolita nos compartió sus luchas, su recorrer, sus miedos y sus amistades.

 

A lo largo de esta ceremonia y de las intervenciones de quienes acompañaban a Lolita pudimos irnos dando cuenta de que este retorno comunitario y combativo no es casualidad, no es un producto meramente político. Es el resultado de un exilo que Lolita convirtió en un peregrinaje compartiendo su energía, su enorme capacidad de amar y su “terca esperanza” –como dijo alguien- en una forma de hacer política, de apoyar a sus iguales, de crear lazos y convergencias buscando autonomías.

La presencia de esas mujeres que vinieron desde Argentina, Bolivia, Euskadi, Chile, el Kurdistán, Oaxaca, Zacatecas y otras partes de México, junto con todas y todos los que les esperábamos en Chiapas fue confirmando la capacidad de convergencia de esta mujer pequeña con sonrisa enorme, cuyos ojos son capaces de llorar de emoción cuando alguien habla de ella.

A través de este ritual, todas y todos nosotros pasamos a formar parte de esa comunidad que retorna, la acompañaremos en lo que queda de su recorrido hasta llegar a su Quiché natal, donde la está esperando su pueblo organizado para continuar la lucha por el territorio.

Después de la ceremonia, pasamos al salón de actos del CIDECI, donde tantas cosas han pasado y se han decidido en las últimas décadas. Con un cafecito en las manos y sentados en círculo, fuimos escuchando historias y propuestas. Adriana Guzmán y Claudia Korol, nos hablaron las Feministas de Abya Yala, el grupo que conforman junto con Lolita y otras mujeres, que son quienes prepararon este “retorno comunitario”. Nos explicaron que es un acto político para mostrar la resistencia de los pueblos como un tejido colectivo, como ese tejido que Lolita ha ido confeccionando en estos años.

 

Según nos contaron, este retorno se basa en tres pilares. El primero es descolonizar el feminismo para poder mostrar toda su potencia transformadora. El segundo es romper fronteras, todas las fronteras que nos separan “en los países, en la casa y la cama”. Y el tercero es articularse en conjunto desde la autonomía de cada uno y cada una como forma de actuar contra este sistema depredador. Aquí es donde la experiencia del “confederalismo democrático” de la lucha kurda adquiere toda su importancia como propuesta política.

Ya entrada la nochecita, las y los miembros de los colectivos que organizaron la bienvenida a Lolita fueron narrando las luchas que se desarrollan en este siempre castigado estado de Chiapas, donde las luchas finalmente se parecen mucho a la vecina Iximulew –“mal llamada Guatemala”, como nos recordaron varias veces. Terminamos con la proyección de un video que este equipo había preparado para Lolita, en que se muestra de nuevo la capacidad de alegría y de ternura, de energía revolucionaria y de determinación política de esta mujer.

Cuando empezamos en Prensa Comunitaria, hace más de diez años, reporteamos y dimos a conocer la persecución que Lolita sufría por parte de los narcotraficantes que deforestaban su territorio y la persecución penal de los jueces que los cubrían. Nos dolió mucho que tuviera que salir como lo hizo, dejándonos si una de esas luchadoras imprescindibles, e inaugurando un éxodo que en los años siguientes se ha hecho costumbre.

El exilio es una experiencia siempre dolorosa, Y Lolita ha sufrido como todas y todos los que han pasado por ello.  Pero su energía, su don de gentes y su fe en lo que hace hicieron de esa herida una oportunidad política, y así fue plantando semillas de sororidad, hermandad y solidaridad con la gente que la acogió, luchando sus luchas, llorando sus pérdidas y celebrando sus victorias.

 

Ahora Lolita puede regresar porque su gente, en su comunidad, nunca la dejó sola y ha pasado seis años luchando hasta lograr su desjudicialización. Este retorno colectivo representa la cosecha de las siembras plantadas y quiere ser una oportunidad para seguir construyendo alianzas en cada una de las paradas que se van a hacer en la Ciudad de México, en territorio lenca de Honduras, en Ciudad de Guatemala, y, finalmente, en Qumarkaj, centro histórico del territorio K’iche’.

Cuando regrese por fin a su casa, Lolita lo hará acompañada por toda la gente que ha florecido junto a ella estos años y por quienes hemos participado en este retorno, una comunidad que la seguirá acuerpando cuando, desde allá, salga de nuevo a “recorrer mundo” para seguir siendo una luchadora por la vida.

Fuente: https://prensacomunitaria.org/2024/06/lolita-regresa-y-no-regresa-sola/