Sobre la guerra mundial que ahora estalla en Ucrania. Una visión del Sur y de los pueblos víctimas de las guerras colonialistas
Nosotros, unidos como habitantes y ciudadanos de la Tierra, trabajamos por la colaboración pacífica y fraternal de todos los pueblos. Creemos en la posibilidad de resolver los conflictos mediante el diálogo y la razón amorosa, que está en la base de las culturas ancestrales de la humanidad, y no por la fuerza de las armas, ya sea financiera, como los bloqueos económicos o las guerras de propaganda, los conflictos armados, las invasiones paramilitares, o la guerra declarada, como el mundo ha visto en Ucrania desde febrero de 2022.
1 – En América Latina y el Caribe somos víctimas de más de un siglo de guerras por parte del gobierno de los Estados Unidos, que ataca de diversas maneras y en innumerables ocasiones ha invadido nuestros territorios, armando y financiando golpes y dictaduras y provocando genocidios contra nuestras poblaciones. Es a partir de esta repugnante realidad que vemos al mismo gobierno imperial de los Estados Unidos romper los acuerdos internacionales que él mismo firmó, como lo hizo contra los pueblos indígenas durante la invasión de sus territorios. Ya no se preocupa por disimular las condiciones de desigualdad y las injusticias que sancionan sus tratados y acuerdos económicos impuestos a otros países. ¿Cuál es la legitimidad de la confiscación de 640 mil millones de dólares de las reservas rusas, así como de las reservas de oro de Venezuela, Nicaragua y otros países? El gobierno de Estados Unidos aplica sanciones en todo el mundo, de modo que hoy los países afectados por estos bloqueos representan una gran fracción de la economía mundial. Esto tiene graves consecuencias para toda la población del planeta, y especialmente para los países pobres de nuestro continente. Es una guerra permanente de los ricos contra las clases oprimidas, pero también una manifestación constante de odio contra los empobrecidos (aporofobia).
2 – Ucrania es el segundo país de Europa, altamente industrializado, con 40 millones de habitantes, un territorio fértil y rico en minerales y fuentes de energía. Sabemos que ha estado marcado por tensiones, conflictos y violencia. Entendemos que Ucrania es la frontera cultural entre el Cristianismo Ortodoxo oriental y la Cristiandad occidental. Vemos como un acto de guerra el golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos en 2014 y el intento de Estados Unidos y la Unión Europea de desplegar bases de la OTAN en el territorio de Ucrania, una iniciativa contraria a los acuerdos internacionales firmados.
Los acontecimientos actuales nos llevan a preguntarnos una vez más si la existencia de la OTAN sigue teniendo sentido, ya que se trata de una alianza opresora, con su industria ideológica, geopolítica, económica y armamentística que refuerza cada vez más los juegos de poder que los países dominantes del Norte imponen sobre los países del Sur, especialmente a los pueblos empobrecidos de África, América Latina y el Caribe.
3 – Estamos de acuerdo en que la guerra en Ucrania es parte de la guerra global que el Papa Francisco ha llamado la «tercera guerra mundial llevada a cabo en pedazos.» Condenamos la invasión militar russa de Ucrania como también las acciones de la OTAN que han servido de pretexto para ella. Sabemos que en una guerra como ésta, no hay un bando inocente, y nadie está totalmente libre de culpa. Nuestra posición pacifista implica abogar por una solución negociada de forma diplomática. La ofensiva militar de Rusia debe dar paso a la movilización de todas las naciones que defienden la Paz con Justicia. Formamos parte de las fuerzas sociales que presionan a ambas partes por una solución pacífica de este conflicto.
Sin embargo, consideramos importante denunciar la responsabilidad decisiva de los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea en esta guerra. La participación directa del gobierno de los Estados Unidos en la financiación y el derrocamiento del gobierno legítimo de Ucrania en 2014 puede haber sido inédita en Europa, pero en nuestro continente es la experiencia que se ha repetido varias veces en muchos países sólo en este siglo, y decenas más en el siglo pasado.
4 – Expresamos nuestra solidaridad con las poblaciones civiles directamente afectadas por esta guerra, especialmente los jóvenes, niños y mujeres que ven sus vidas afectadas por un conflicto desatado por el interés de gobernantes, grandes corporaciones financieras y productores de armamento y combustibles fósiles.
5 – Datos internacionales de la FAO dicen que sólo en los primeros meses de este año, el mundo vio un aumento de 500 mil víctimas del hambre. Evidentemente, esta realidad es mucho más cruel en países empobrecidos como los nuestros de América Latina y el Caribe, ricos en bienes comunes naturales, culturas diversas y conocimientos y tecnologías acumuladas, pero con poblaciones empobrecidas gracias a la dominación y explotación de los países ricos, las corporaciones y las élites locales.
Una de las primeras consecuencias de la guerra –el aumento del precio de los combustibles fósiles– repercutió inmediatamente en los precios de los alimentos básicos y provocó la disminución de los ingresos del trabajo, así como el aumento del trabajo informal. Esto nos muestra la urgencia de cancelar los subsidios a las grandes empresas petroleras, romper la paridad de precios entre los hidrocarburos nacionales y los importados, y finalmente, romper nuestra dependencia de los combustibles fósiles y reestructurar nuestra matriz energética de manera soberana y sustentable.
La guerra también aumenta la articulación política de la extrema derecha y de las nuevas formas de fascismo en todo el mundo, lo que también tiene consecuencias más dramáticas en nuestros países, cuyas instituciones democráticas ya están estructuralmente debilitadas por las nuevas formas de colonialismo a las que seguimos siendo sometidos.
6 – En el Ágora de Habitantes de la Tierra, siempre hemos afirmado que toda la humanidad necesita tener voz y espacio en las instancias internacionales de justicia y derecho.
El contexto de la guerra de Ucrania ha logrado casi omitir las noticias sobre otras guerras. Queremos unirnos especialmente a los pueblos de Siria, Myanmar, Yemen, Nigeria, Somalia, Palestina y otros, así como, en nuestro continente, a los pueblos de Cuba y Venezuela, país constantemente amenazado y atacado por grupos paramilitares que lo invaden desde Colombia para asegurar los intereses del capital mundial en nuestro continente.
Es urgente que los pueblos, las organizaciones sociales y las comunidades tomen conciencia de que la Paz y la Justicia son asuntos demasiado importantes como para dejarlos al arbitrio de gobernantes que se comportan como gerentes de grandes corporaciones económicas, dueños de guerras y cultivadores de conflictos entre los pueblos. Es importante que nuestras comunidades y organizaciones populares se den cuenta de que la devastación ecológica causada por las armas actuales y el modo de vida del mundo dominante superan con creces cualquier ganancia que cualquiera de los bandos en estas guerras pueda conseguir.
La sociedad capitalista está hoy en guerra con la Madre Tierra, las aguas, el suelo, el aire y todos los seres vivos. Debemos oponernos no sólo a las guerras en su ferocidad actual, sino a los factores que las provocan, así como a las expresiones geopolíticas, económicas, publicitarias y culturales que estas guerras asumen.
Invitamos a las comunidades y organizaciones de base de la sociedad civil internacional a la práctica de la No Violencia Activa en defensa de los derechos de los pueblos, de los derechos de la Madre Tierra y de la Naturaleza, y contra las corporaciones transnacionales y neocolonialistas, sus productos y su modo de consumo y producción.
Como compañeros y compañeras en la búsqueda de la Paz con Justicia, llamamos a toda la humanidad a aprender de los pueblos originarios el paradigma del Vivir Bien. Llamamos a la humanidad a practicar el diálogo como expresión de la hermandad de la vida y de la esperanza de que otra forma de organizar la vida humana en el mundo es posible, necesaria y urgente.
AHT – El Ágora de Habitantes de la Tierra es una red global que tiene como objetivo la presencia progresiva de la sociedad civil organizada –con voz y espacio– en los foros internacionales, regionales y nacionales. Centra su investigación y acción en la transformación del sistema mundial sobre la base de la solidaridad, la colaboración, la unidad de la diversidad y el reconocimiento de la Naturaleza como sujeto de derechos.
Coautores: Marcelo Barros, Maíra Melo, Luiz Rena, Moema Viezzer, Anibal Faccentini, Don Lúis Infanti, Riccardo Petrella y Marcos Arruda.
En nombre del AHT-LAC (Ágora de Habitantes de la Tierra – América Latina y el Caribe)
Publicado el 12/08/2022 por Agora des habitants de la Terre