El comité de mujeres de la Asociación de trabajadoras y trabajadores temporales de agencias de empleo, ATTAP, organizaron una concentración frente al Ministerio de trabajo en la ciudad de Quebec en Canadá, para exigir que trabajadoras sin estatus migratorio o con estatus precario puedan presentar quejas en casos de situaciones de violencia en el ámbito laboral. Las y los trabajadores sin estatus o estatus precario están presentes en gran parte de sectores esenciales de la economía canadiense tales como el agrícola, de transformación alimentaria, del aseo, de la salud y en el
cuidado de niños y personas ancianas.
El contexto de la pandemia ha dejado aún más evidente que las trabajadoras y los trabajadores esenciales son en su mayoría personas sin estatus migratorio o con un estatus precario y en una grave situación de precariedad en sus condiciones de vida y de trabajo. Las trabajadoras y trabajadores más vulnerables, son los que han mantenido la economía canadiense en marcha durante la pandemia. En este contexto de explotación y abuso, la situación de las mujeres es aún más crítica ya que están expuestas a situaciones de violencia, principalmente de acoso sexual y psicológica en el ámbito laboral. Es por esto que el comité de mujeres se ha movilizado para exigir al Ministerio del trabajo que tengan derecho a hacer quejas sin importar su estatus migratorio en Canadá.
Desde hace décadas organizaciones de defensa de personas migrantes y de la sociedad civil han denunciado el carácter discriminatorio de la política migratoria canadiense y los abusos que sufren personas migrantes ante la falta de protección laboral a causa de su estatus migratorio.
Es por esto que el Comité de mujeres de la ATTAP se moviliza para hacer valer sus derechos. En el marco de esta acción frente al Ministerio de trabajo conmemoraron el fallecimiento de dos compañeras a causa de los impactos en su salud causados por accidentes laborales y ante la falta de acceso a la salud. Esta acción se enmarca en la campaña “Tenemos valor, tenemos derechos y juntas luchamos por nuestra causa” para dar visibilidad a la situación de trabajadores migrantes y sus reivindicaciones.
El Comité por los derechos humanos en América Latina, CDHAL, estuvo presente en esta acción junto con otras organizaciones y grupos aliados, como el Centro de Trabajadores y Trabajadoras Migrantes, CTI, el colectivo Solidaridad sin Fronteras y Mujeres de diversos orígenes.
Para no ser identificadas por el riesgo que viven por su estatus migratorio frente a las autoridades del país, las mujeres cubrieron sus rostros, pero impusieron un discurso fuerte exigiendo sus derechos. La organización de mujeres filipinas de Québec PINAY estuvo presente para manifestar su apoyo al comité de mujeres de la ATTAP:
“Desde nuestra llegada, hemos trabajado en diferentes lugares en condiciones lamentables, en tareas de riesgo que las personas de la provincia de Québec no realizan. No nos queremos sacrificar pero no tenemos opción. Hemos contribuido a su calidad de vida, si la de ustedes. Hemos trabajado como agentes de seguridad a una temperatura de menos 40 grados. Hemos confeccionado y cocido mascaras para todo el mundo, hemos hecho el aseo tanto en el ámbito privado como público, en el ámbito doméstico y en los negocios. Durante la pandemia, hemos trabajado en el campo para llenar sus refrigeradores. Hemos trabajado también en las fábricas de transformación de carne y en muchos otros lugares antes, durante y luego de la pandemia. Nosotras estamos en la primera linea. Aceptamos todos los obstáculos para pagar nuestras viviendas y cubrir nuestros gastos y de nuestras familias. Hemos pagado hasta impuestos y aun si no tenemos prestaciones laborales y hemos sido explotadas, acosadas y maltratadas, es simplemente porque no tenemos estatus y no podemos denunciar. Si Quebec comienza a proteger los derechos de las trabajadoras y trabajadores sin papeles, el Estado canadiense no podrá tratarnos como si no existieramos. Vivir con dignidad para todas y todos, un estatus para todas y todos!”
Estas situaciones de explotación y acoso laboral han tenido graves impactos en la vida de las trabajadoras migrantes principalmente en su salud física y psicológica. Nina, vocera del comité de mujeres de ATTAP entregó su testimonio sobre el acoso laboral que tuvo que vivir:
“Mi supervisor me acosó sexual y psicológicamente. Ni mi sindicato, ni la Comisión de normas del trabajo me ayudaron. Nadie me defendió, lo que me causó una profunda depresión que tiene impactos hasta el día de hoy en mi vida. Me obligué a trabajar sintiendo miedo, ansiedad y estrés. Llegaba a la casa y comenzaba a llorar. Escuché a mi hija, que me rogaba de renunciar a mi trabajo… pero a causa de la precariedad en la que vivimos, las mujeres que tenemos un estatus de migración precario o sin estatus no podemos renunciar a nuestro trabajo así tan fácilmente. Cómo pago mis facturas? Cómo pago el arriendo? ¿Cómo podemos llegar a vivir sin trabajar? Ya que el Estado no nos protege. Un día la presión fue tan insoportable que me puse a llorar y renuncie a mi trabajo. Lo que viví, me hizo sentir nuevamente sin protección y muy sola, sobre todo que vengo de un pasado lleno de tristeza, de abuso y de violencia. Desgraciadamente no soy la único que ha vivido situaciones de violencias sin poder hacer una queja. Somos muchas a vivir estas agresiones en el trabajo y somos cada día más mujeres a las cuales se les ha negado protección de parte de las instituciones gubernamentales. Esto tiene que acabar! Ya que nos enfermamos y nos estamos muriendo. Estamos aquí hoy día para exigir al Ministerio del trabajo de entregar órdenes a todas los agentes de todos los departamentos de no controlar el estatus de inmigración de personas que presentan quejas, de aceptar sin restricción el acceso a las mujeres que sufren de violencia en el trabajo de presentar una queja contra el acoso psicológico y sexual, así como de obtener una reparación concreta a pesar de su estatus migratorio. Somos personas y no podemos ser consideradas como sin estatus o con estatus porque somos seres humanos. Queremos ejercer nuestros derechos como trabajadoras en toda libertad y seguridad. Nosotras queremos reconocimiento por nuestro trabajo. Queremos tener acceso a las indemnizaciones por accidentes de trabajo y por enfermedades causadas por el trabajo”
Como resalta Liane, trabajadora migrante integrante de la organización de mujeres filipinas PINAY, los empleadores se aprovechan de las visas de trabajo cerradas, es decir, que vinculan a las trabajadoras a un empleador específico. De esta forma aún en caso de abuso las trabajadoras no pueden dejar su trabajo por el riesgo de perder su visa y tener que dejar el país.
“Estamos aquí a causa del poder. El poder de los empleadores sobre las trabajadores y trabajadores que abusan en toda impunidad. Un poder que está ligado a la desigualdad. Parte de la presión que sentimos es debido a nuestro estatus precario. Como trabajadora de ayuda familiar a domicilio, puedo dar testimonio. Como mi estatus está asociado a mi empleador, estaba a la merced de él. Trabaje muchas horas suplementarias sin ser pagada. Tuve que ocuparme de un miembro de la familia que tenía la covid-19 sin ningún tipo de equipo de protección apropiado. Pero estaba bajo su merced. Cuando me contagie de la covid-19 me despidieron y me dejaron en la calle sin ningún lugar donde ir. Cuando me vi amenazada de perder mi estatus porque no tenía empleo y que no podría trabajar o quedarme en Québec estaba a la merced del Estado quebequense y canadiense. Y qué poder tenemos como trabajadoras vulnerables en estas situaciones? Es por esto que PINAY, la organización de mujeres filipinas de Quebec es solidaria de los esfuerzos del comité de mujeres de la ATTAP y de sus demandas para que las trabajadoras sin papeles puedan presentar quejas en contra de sus agresores”.
Los testimonios muestran que los empleadores se aprovechan de la vulnerabilidad de las trabajadoras migrantes, pues saben de los obstáculos que enfrentan para poder presentar quejas formales ante las instituciones de Canadá, quedando en total impunidad por las violaciones cometidas. Julia, vocera del comité de mujeres de la ATTAP cuenta su historia y señala cómo las leyes de migración llevan muchas veces a personas a perder su estatus migratorio.
“Cuando entré a Canadá hace ya tres años, tenía una cara visible con una gran sonrisa y llena de esperanzas. Hoy día, estoy traumatizada por el miedo. Llevo una máscara que esconde mi cara triste y desesperada, llena de lágrimas. Llegué aquí como trabajadora extranjera para trabajar como ayuda familiar a domicilio. Es un programa que da derecho a un permiso de trabajo cerrado, es decir, que nos impide cambiar de empleador al igual como los trabajadores agrícolas temporales y muchas trabajadoras y trabajadores migrantes temporales. Este reglamento nos obliga a quedarnos con un empleador a pesar de que vivamos malos tratos que otros trabajadores en otras condiciones no aceptarían. A pesar de esto, me gustaba mi trabajo y lo hice durante dos años. Yo debía cuidar dos niños y hacía el aseo todos los días en la casa. Trabajaba 15 horas por día de lunes a viernes. Yo era explotada financieramente y las horas extra no me las pagaban. A pesar de las malas condiciones de trabajo y las humillaciones de parte de mi empleador, continúe siendo fuerte ya que no tenía otra opción que continuar con mi empleador. Las trabajadoras que realizan ayuda familiar a domicilio son mujeres que deben ser respetadas. Es imperativo que el gobierno ignore a las trabajadoras de ayuda familiar a domicilio! Nosotras, mujeres con estatus precario o sin estatus, ocupamos empleos más que necesarios para el funcionamiento de la sociedad y lo vemos aún más desde el inicio de la pandemia. Nosotras hacemos el trabajo no solamente mal pagado sino también muy exigente y duro y nos exponemos a tener accidentes laborales. Basta! Exigimos que seamos indemnizadas en caso de accidente laboral y también de ser plenamente protegidas por todas las leyes! Sin esas protecciones nosotras vivimos violencia social, económica, psicológica y sexual. No dejaremos de decir alto y fuerte: ¡No a las violencia hacia las mujeres! Regularización para todas y todos!
Desde Canadá, reporta Christina Ayala del Comité por los derechos humanos en América latina CDHAL.
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