Luego de 48 horas de lluvia, la tormenta tropical Julia deja un saldo trágico de muerte y destrucción, así como la tardía y tibia acción gubernamental que dejó a la deriva a cientos de comunidades que perdieron cultivos y debieron evacuar sus viviendas por sus propios medios. Las últimas 24 horas evidenciaron la debilidad institucional que no pudo responder adecuadamente a la emergencia climática que enfrentó el país.
Desde la madrugada de este lunes 10 de octubre se conoció de un deslizamiento de tierras que dejó cinco comunitarios fallecidos; las noticias de crecimiento de ríos y carreteras anegadas, deslaves y pérdida de cultivos llegaban prácticamente desde todo el territorio nacional. Prensa Comunitaria, a través de su red de corresponsales, documentó y registró en más de 8 departamentos y diversos territorios el poco o nulo apoyo brindado por la institucionalidad gubernamental, para salvaguardar la integridad de las miles de personas que se encontraban en peligro a causa de la tormenta tropical.
A eso de las once de la mañana de este lunes, el presidente Alejandro Giammattei informaba que en reunión de gabinete de ministros había decidido decretar estado de calamidad pública en todo el territorio nacional, pero las acciones para proteger a la población llegaban mal y tarde. Pocas horas antes, el mandatario pedía oraciones a la población pero no accionaba para evacuar o proteger a las comunidades que viven en riesgo y vulneración.
Antes de finalizar la tarde ya se hacía el conteo de 8 personas fallecidas, entre ellas un recién nacido y dos niños desaparecidos en Santa Eulalia, Huehuetenango.
La crónica de una tormenta que cobró 8 vidas
A las once de la noche del domingo 9 de octubre el huracán Julia, degradado a tormenta tropical, ingresó al territorio guatemalteco; desde ese momento la lluvia no se detuvo, y tras varias horas de lluvia continua se registró el primer deslave que dejó 5 víctimas mortales.
En la comunidad San José Tinajas, Panzós, Alta Verapaz, se reportó un deslizamiento de tierra. En ese momento no se sabía a ciencia cierta si había víctimas mortales, sin embargo, por la magnitud del evento se temía lo peor. Con la llegada de la claridad se confirmó lo que más se temía, cinco miembros de una familia habían fallecido soterradas por un alud de tierra. Fue hasta el mediodía que sus cuerpos fueron encontrados por las instituciones de rescate y los comunitarios que ayudaron en esas labores.
Más tarde, a las 9 de la mañana, autoridades comunitarias de Xeukalvitz y Xeo en Nebaj, Quiché indicaron que se encontraban en peligro, debido a varios derrumbes y al desborde del río. Los comunitarios denunciaban, además, que a esa hora no habían recibido información ni apoyo por parte de las instituciones de gobierno.
A las 10:25 de la mañana pobladores de la aldea San Carlos El Mirador y Valle de Candelaria III en Ixcán, Quiché, se encontraban preocupadas pues debido a la ubicación geográfica de su comunidad El paso de la tormenta era una amenaza, ya que el río caudaloso que pasa entre los cultivos de los pobladores podía desbordarse.
En Chajul, la población reportó que el caudal del río Xacbal creció considerablemente. Esta situación puso en peligro a varias comunidades que se encuentran a las orillas del río. Los comunitarios no querían evacuar y abandonar sus casas. Hasta ese momento no sabían qué hacer y ninguna organización se había acercado a apoyarles.
Faltaban 15 minutos para las once de la mañana, doce horas después del ingreso de la tormenta Julia al territorio nacional, cuando desde el barrio Vista Hermosa, en Melchor de Mencos, Petén, se informó que los comunitarios desalojaron sus hogares a causa de inundaciones ocasionadas por las lluvias. Lo hicieron por iniciativa propia, pues ninguna institución se presentó al lugar.
En la misma región de Petén, al norte del país, pero en Santa Ana y en la Cooperativa Nuevo Horizonte, se reportaron áreas de cultivo destruidas, con pérdidas de maíz y limón.
En Santa Eulalia, Huehuetenango, la lluvia y ráfagas de viento provocaron derrumbes y los ríos se desbordaron en varias comunidades. El río Paykonob’, que cruza la aldea del mismo nombre, se salió de su cauce provocando la evacuación de sus habitantes.
A las 11:00 de la mañana, el presidente Giammattei anunciaba que en reunión de ministros decidió decretar un Estado de Calamidad Pública por los estragos provocados por el “ciclón”. Esta acción ocurre 48 horas después de que las lluvias empezaran a afectar a cientos de comunidades en el país. Esta acción permitiría al gobierno guatemalteco adquirir bienes y/o servicios sin mayores controles durante 30 días.
Mientras tanto, en el occidente del país, vecinos de Totonicapán reportan que el río Principal, que desemboca en el río Samalá, aumentó su caudal en las últimas horas; los comunitarios indican que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) les pidió que evacuen en caso de que el rio se desborde.
Al medio día, desde la micro región Mario Méndez Montenegro, en Sayaxché Petén, se informaba que ya estaban incomunicadas, debido a la inundación de la carretera; nuevamente, informaron que para resguardar sus vidas decidieron autoevacuarse y se vieron obligados a pasar en lancha sobre el río que está en constante crecimiento.
A las 13:00 horas desde el sur oriente del país, se informó que comunitarios del municipio de Santa Rosa de Lima, del departamento de Santa Rosa, estaban en riesgo debido al desbordamiento del río Los Esclavos que ya a esa hora inundaba las calles principales y viviendas en la localidad.
En las Verapaces, el miedo se apoderó de los comunitarios pues recordaban lo sucedido en el 2020 durante las tormentas Eta y Iota. En pocos minutos los ríos de la región alcanzaron niveles alarmantes, justo como sucedió en ese año cuando las comunidades perdieron viviendas y cultivos para la venta y para la alimentación de las familias.
En la región Ch’orti’, el río Jupilingo aumentaba su caudal, minuto a minuto. El puente San Pedro en la comunidad de Pajcó en Camotán, Chiquimula, se veía nuevamente afectado, ya que en el 2020 el mismo puente fue severamente afectado por las tormentas Eta y Iota.
Antes de finalizar la tarde ya se hacía el conteo de 8 personas fallecidas, entre ellas un recién nacido. Cinco de las ocho personas fallecieron soterradas por un alud de tierra en la comunidad Las Tinajas y tres personas más en Santa Eulalia, Huehuetenango.
El informe gubernamental un cúmulo de números
Después del mediodía, el gobierno publicó un informe en el que lista los números de la tragedia, un documento en PDF en donde informa sobre cuántas personas se albergaron en los grandes centros urbanos.
19 carreteras afectadas, 56 escuelas afectadas, albergues, inundaciones, 8 fallecidos, entre otros datos, sin embargo, el vistoso y numérico informe no daba cuenta del miedo y el abandono, el lodo sobre las casas destruidas.
De esa manera, casi la totalidad del país se veía afectado por las lluvias provocadas por Julia, una tormenta que en menos de 24 horas destruyó caminos, casas y cultivos, y llegó para cobrarse la vida de 8 personas que sufrieron las consecuencias de un gobierno que para atender emergencias no sabe responder con prontitud y estratégicamente.
Artículo publicado el 10 de octubre de 2022 en Prensa comunitaria